Thursday, April 22, 2010
Español: Dos caras del desarrollo
En dos días consecutivos tuve la oportunidad de observar las muy diferentes realidades de la gente en las zonas rurales y en las ciudades de El Salvador.
El lunes acompañé a un grupo de Progreso, una organización comunitaria, a un taller para jóvenes en Copapayo, una comunidad rural de Suchitoto. El taller fue sobre la cultura de violencia y paz, y también sobre democracia. Cuando vi los materiales que tenían preparados, me parecieron muy profesionales: material pedagógico, papel, cinta, marcadores, tijeras, etc. La comunidad rural no está muy lejos del casco urbano de Suchitoto; sin embargo, el viaje tomó cerca de una hora en una carretera rural no pavimentada. Esta época del año es seca, pero me puedo imaginar que la carretera no será tan amigable cuando la época de lluvias empiece en mayo. También hay un puente que fue parcialmente destruido por un huracán hace algún tiempo. En época seca los carros pueden pasar aunque con dificultad. El problema es durante las lluvias porque el nivel del rio se incrementa dramáticamente, el agua cubre la parte dañada del puente y la gente no lo puede usar más. Tienen que utilizas canoas para cruzar el río o tomar una ruta alternativa que es bastante larga para llegar a la zona urbana más cercana.
Hubo una camioneta tipo pick-up disponible para trasportarnos. Seis personas iban en la cabina y ocho más íbamos en el platón de carga (yo fui uno de ellos). El salón de clase fue un área abierta aledaña a un edificio y el calor del día estaba insoportable. A pesar del calor y las dificultades técnicas el taller se desarrolló bien. Yo tenía una reunión en la tarde así que tuve que devolverme a Suchitoto solo. Tomé una de las dos únicas rutas de buses que van de Suchitoto a Copapayo en el día y llegué sin problemas a la zona urbana una hora más tarde.
El martes, en el otro lado de la historia, fui por primera vez a San Salvador, la capital. Tenía mis reservas por su mala reputación y los comentarios que había escuchado. Luego de un día en la ciudad, ahora tengo mucho menos reservas. Esta es una ciudad que luce moderna y con buena infraestructura, calles en buen estado, y gente que parece caminar muy relajada en las calles, al menos en las áreas donde caminé. Contrario a Suchitoto, la gente no me dijo hola en las calles. Fui a una de las áreas bonitas de la ciudad, pero sé que hay otras áreas con bastantes tensiones sociales. Como en toda gran ciudad, la vida en las áreas comunes es impersonal y el tráfico es caótico en algunos lugares. Entré a Galerías, un moderno centro comercial con tiendas de ropa de renombre internacional, una buena plaza de comidas, aire acondicionado, y todas las comodidades del mundo moderno. Fui a una tienda de café, pedí un café americano con un pastel y me sentí en un mundo completamente diferente. Entonces un grupo de religiosas se sentó en una mesa al lado de la mía y me dijeron hola. Ahí supe que aún estaba en El Salvador.
La comunidad de Copapayo y el centro Galerías están a solo unos 60 kilómetros de distancia una de la otra, pero son dos caras extremas de desarrollo: una llena de desafíos materiales, la otra llena de confort. Me siento feliz de que en ambos mundos encontré gente que aún le dice hola a los extraños.
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment